Mientras admiro la naturaleza y los bellos paisajes, las cosas sencillas que me rodean, pero que muchas veces pasan desapercibidas por lo que la humanidad considera “importante” puedo ver.
La brisa, el viento quien los puede ver? Simplemente es y nos acaricia a todos buenos, malos, pobres, ricos. Pero es que acaso alguien es más que otro? Soy igual que una gota del océano, al árbol que parece desolado en la cima de esa montaña, que como todo contiene la misma esencia creadora de donde todo proviene ninguno es más ni menos que yo.
Hablo, canto, escucho y luego el silencio, callan los pensamientos y luego la paz. Ayer camine placido por la ciudad, el ruido, el ajetreo y la gente aturdida cual fueran maquinas programadas solo para existir. Vi en sus rostros, en sus ojos, el vacio aterrador de solo existir y ver pasar sus vidas ante ellos, pero es que no hay tiempo para eso, si quieres ser reconocido o bien visto en la sociedad tienes que convertirte en el mejor acumulador de cosas materiales, reconocimientos y demás banalidades, entonces comienza una absurda carrera, que nos mantiene ocupados y pensamos que eso es lo importante, eso es la vida. Como aquel que acumulo riqueza y trabajo hasta el último día de su vida, porque enfrentarse a el mismo era su peor miedo.
Ayer te vi y fue impactante, te paseabas por la ciudad, la abrazabas y te gozabas en éxtasis al ver concluido y en plena marcha tu plan, pero como convencer a todos de lo contrario y decirles que hay que despertar, pero el principio es hoy y el futuro es hoy.

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